miércoles, 17 de octubre de 2012

EL EXPERIMENTO RUSO DEL SUEÑO (CON VIDEO)


Investigadores Rusos a finales de la década de 1940 mantuvieron a 5 personas despiertas por 15 días utilizando un gas estimulante. Los tuvieron encerrados en un ambiente sellado para monitorear cuidadosamente el uso de oxígeno, de manera que la alta concentración de gas no los matase. Esto fue antes de que existiera el circuito cerrado, por lo que tuvieron que usar micrófonos y ventanas con grosor de 5 pulgadas para observar a los sujetos. El cuarto estaba lleno de libros, cobijas para dormir -pero ninguna cama-, agua corriente, baño y la suficiente cantidad de comida para que los 5 sobrevivieran por un mes.
Los sujetos de prueba eran prisioneros políticos y de guerra declarados enemigos del estado durante la Segunda Guerra Mundial.

 

Todo estuvo bien por los primeros 5 días; los sujetos rara vez se quejaban después de que (falsamente) se les había prometido su libertad si aceptaban tomar parte de la prueba y no dormir por 30 días. Sus conversaciones y actividades fueron monitoreadas y los científicos notaron que, conforme pasaba el tiempo, ellos hablaban sobre incidentes traumáticos de su pasado.
Después de 5 días se empezaron a quejar de las circunstancias y eventos que los llevaron a donde estaban y empezaron a demostrar paranoia severa. Dejaron de hablar entre ellos, y comenzaron a murmurar de manera alterna en los micrófonos. De manera extraña, todos parecían creer que podían ganar la confianza de sus captores si traicionaban a sus camaradas. En un principio se creyó que esto era un efecto del gas.
Después de 9 días, el primero de ellos empezó a gritar. Corría por todo el cuarto gritando repetidamente por 3 horas seguidas. Después, trato de continuar gritando, pero solo podía dar un grito ocasional. Los científicos postularon que físicamente se había destrozado las cuerdas vocales. La parte mas sorprendente de este comportamiento fue cómo sus compañeros reaccionaron a esto. O mejor dicho, cómo no reaccionaron… Continuaban murmurando en los micrófonos hasta que el segundo de los prisioneros comenzó a gritar. Dos de los prisioneros que no gritaban, tomaron los libros y llenaron pagina tras pagina de sus propias heces, y de manera calmada, los pusieron sobre las ventanas del cuarto. Los gritos cesaron de repente.

Al igual que los murmullos de los micrófonos.



Pasaron otros 3 días. Los investigadores comprobaban los micrófonos constantemente para asegurarse de que trabajaban, porque creían que era imposible no escuchar sonidos con 5 personas dentro. El consumo de oxigeno indicaba que los 5 debían seguir vivos. De hecho, el consumo de oxigeno era el necesario para 5 personas que hacían ejercicio extenuante. En la mañana del catorceavo día, los investigadores hicieron algo indebido para llamar la atención de los prisioneros: Utilizaron el Intercom dentro del cuarto, esperando provocar respuestas de los prisioneros, pues temían que estuviesen muertos, o en estado vegetal.
Anunciaron: “Abriremos el cuarto para probar los micrófonos. Aléjense de las puertas y acuéstense con las manos atrás en el piso o se les disparara. Se le otorgara la libertad a uno de ustedes si obedecen”.

Para su sorpresa, escucharon solo una frase, con voz calmada: “No queremos ser liberados”.


Hubo gran debate entre los investigadores y fuerzas militares que financiaban el proyecto; sin poder provocar mas respuestas utilizando el Intercom, finalmente se decidió abrir el cuarto a la medianoche del día número 15.
Se limpio el gas del cuarto, y se llenó de aire fresco. Inmediatamente, voces de los micrófonos empezaron a objetar. Tres voces diferentes rogaban por la vida de sus seres queridos, que encendieran el gas nuevamente. Se abrió el cuarto para sacar a los prisioneros. Gritaron mas fuerte que nunca, al igual que los soldados, cuando vieron lo que había dentro: Cuatro de los sujetos seguían “vivos”.
Las raciones de los pasados 5 días no habían sido tocadas. Habían pedazos de carne de las costillas y pantorrillas del sujeto muerto colocados dentro del drenaje del centro del cuarto bloqueándolo, permitiendo que 4 pulgadas de agua se acumulara en el piso. Los cuatro “sobrevivientes” también tenían pedazos de piel y carne arrancada de sus cuerpos. La destrucción de tejidos y la exposición de huesos en la punta de sus dedos indicaba que las heridas fueron infligidas por las manos, y no con los dientes, como era de suponerse. Al examinarlos, se descubrió que la mayoría de las heridas fueron auto infligidas. La piel y los órganos detrás de las costillas fueron removidos; mientras que el corazón, los pulmones y el diafragma seguían en su lugar. El tracto digestivo de los cuatro sujetos podía verse trabajar, digiriendo. Rápidamente se hizo aparente que estaban digiriendo su propia carne, y que ellos la habían arrancado y se la habían comido en el transcurso de los días.
La mayoría de los soldados eran fuerzas especiales Rusas en las instalaciones, pero aun así, muchos se negaron a regresar al cuarto para sacar a los prisioneros. Éstos sin embargo, insistían a gritos que los dejaran dentro y de manera alterna rogaron y demandaron que se encendiera el gas nuevamente, para evitar quedarse dormidos.
Para sorpresa de todos, los sujetos pusieron una resistencia feroz durante la extracción. Un soldado Ruso falleció cuando un sujeto le mordió el cuello, otro fue gravemente herido cuando otro de los prisioneros le mordió la arteria femoral y los testículos. Otros 5 soldados perdieron la vida, si se cuenta a aquellos que se quitaron la vida en las semanas consecuentes al incidente.
Durante la lucha, uno de los prisioneros dañó su bazo, sangrando de manera casi inmediata. Se intentó sedar al sujeto, pero fue imposible. Se le inyectó más de 10 veces la dosis humana de Morfina, y aun así luchó como un animal rodeado, rompiendo las costillas y un brazo de un doctor. Se vio latir su corazón al máximo por dos minutos completos, mientras se desangraba, y continuó gritando por mas de 3 minutos, atacando a quien se le acercara, repitiendo la palabra “más” una y otra vez, cada vez más débil, hasta que cayó en silencio.
Los otros 3 sobrevivientes, fueron inmovilizados fuertemente y llevados hacia instalaciones médicas. Dos de ellos, con cuerdas vocales intactas, demandaban continuamente más gas para permanecer despiertos.



El más herido de los tres fue llevado al único cuarto de cirugía que había en las instalaciones. En el proceso de preparación para colocarle nuevamente sus órganos, se notó que el sujeto era totalmente inmune a los sedantes. Peleó furiosamente cuando el gas anestésico se le estaba colocando. Se necesitó un poco más de de lo normal para sedarlo, pero al momento que sus ojos se cerraron, su corazón se detuvo. En la autopsia se encontró que en su sangre había 3 veces la cantidad normal de oxígeno. También se había roto 9 huesos en la lucha para no ser controlado.
El segundo sobreviviente era el que primero gritó del grupo. Con sus cuerdas vocales destruidas, no pudo objetar la cirugía, y solo reaccionaba agitando violentamente la cabeza en desacuerdo cuando se le administraba el gas anestésico. Afirmó con la cabeza cuando alguien sugirió hacer la cirugía sin anestesia, y no reaccionó durante la misma, que duro 6 horas. Se intentó reemplazar sus órganos abdominales y cubrirlo con lo que quedaba de piel. El cirujano afirmó que era médicamente imposible que el sujeto siguiera con vida. Una enfermera aterrada que ayudó en la cirugía, comentó que la boca del paciente formaba una sonrisa cada vez que sus ojos se encontraban.
Cuando la cirugía termino, el sujeto miró al cirujano y empezó a hacer sonidos fuertemente, como tratando de hablar. Asumiendo que esto era de gran importancia, el cirujano le entrego un papel y una pluma, para que el paciente pudiera comunicarse. “Sigue cortando”, escribió…
Se les hizo la misma cirugía sin anestesia a los otros dos sujetos. Se les tuvo que inyectar un paralítico, pues reían constantemente, y al cirujano le era imposible realizar la operación . Una vez paralizados, solo podían interactuar con sus ojos. En el momento en que pudieron hablar nuevamente, exigieron una vez más el gas estimulante. Los investigadores trataron de averiguar por qué se lastimaron de esa forma a si mismos, y por qué querían el gas nuevamente.

La única respuesta fue: “Debo permanecer despierto”.



Se reforzó a los 3 sujetos y los devolvieron al cuarto, para espera de su destino. Los investigadores, enfrentando la furia de sus “benefactores” militares por haber fallado las metas del proyecto, consideraron dar eutanasia a los prisioneros. El comandate, un ex-KGB, vio potencial en el proyecto, y en su lugar decidió ver que pasaría si ponían el gas nuevamente. Los científicos se negaron rotundamente, pero al final tuvieron que aceptar.
En preparación para ser sellados nuevamente en el cuarto los prisioneros, fueron conectados a un monitor EEG. Para sorpresa de todos, los tres dejaron de pelear en el momento en que se dieron cuenta de que los regresarían al gas. En este momento, era obvio que los tres estaban haciendo un gran esfuerzo por mantenerse despiertos. Uno de los prisioneros estaba murmurando una canción; el sujeto mudo jugaba con sus ataduras de piel, como si tratara de enfocarse en algo. El último sujeto mantenía su cabeza en la almohada, y parpadeaba rápidamente. Siendo este el primero al que se le puso el EEG, la mayoría de los investigadores monitoreaban sus ondas cerebrales con sorpresa. Eran normales la mayor parte del tiempo, aunque algunas veces aparecía una línea recta de manera inexplicable. Parecía que repetidamente sufría de muerte cerebral. Mientras analizaban los datos, una enfermera notó que los ojos del sujeto se cerraron. Sus ondas cerebrales cambiaron inmediatamente por las de sueño profundo, luego se pusieron rectas, y de manera simultanea, su corazón se detuvo.
El único sujeto que quedaba que podía hablar comenzó a gritar para que lo encerraran en ese momento. Sus ondas cerebrales mostraba las líneas rectas del sujeto que acababa de morir por quedarse dormido. El comandante dió la orden de sellar el cuarto con los dos prisioneros dentro, junto con 3 de los científicos. Uno de los 3, inmediatamente tomó un arma y abrió fuego contra el comandante, matándolo de un tiro entre los ojos. Después apuntó al prisionero mudo,y le voló el cerebro.
Apunto al prisionero que quedaba vivo, mientras los demás investigadores escaparon del cuarto. “¡No me encerraran con estas cosas! ¡No contigo!”, le gritaba al prisionero que estaba atado al camastro. “¡¿QUÉ ERES?!” Demandó. “¡Necesito saber”!”
El prisionero sonrió.


“Tan fácilmente te has olvidado de mi?”, el prisionero preguntó. “Somos ustedes. Somos la locura que está encerrada en todos ustedes, rogando por libertad en cada momento de tu vida, desde lo mas profundo de tu mente animal. Somos aquello de lo que te escondes en tu cama todas las noches. Somos lo que duermes y silencias y paralizas cuando te vas a tu cielo nocturno, donde no te podemos alcanzar”.
El investigador hizo una pausa. Apunto al corazón del prisionero y disparo.
El EEG mostró una línea recta mientras el sujeto débilmente murmuró: “Casi… tan… libre…”


Versión en video





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